Añoro el día que plante aquella semilla De tormentas despiadadas te protegí con una sombrilla Al comenzar usted dulce semilla

Este cuerpo no es mío, es el cuerpo del dolor. De un proceso sometido a mí durante años. Me carcomió y me arranco, de mí me borró.

veo bocas, dientes, palabras llenas de temores y anhelos que mueren por ser nombrados  si cierro los ojos, esas voces me dicen que estaré a

la noche como espejos como espejos acomodan la cuenca humeante la cadera de la cuenca enroscando transparente la culebra con la cuenca

Cuando pienso en mi madre pienso en las yerbas de asfalto los brotes que rompen el pavimento flores silvestres y endémicas de la selva gris 

Concentras el dolor en otro lado: lo filtras, lo destilas y lo sirves con un perico de limón. Y sigues adelante, recogiendo muertos