Manifiesto de La Memoria Errante
Por Beatriz Alvarado
Tres siglas que se extinguirán con la luminosidad del sexto sol junto al tedio del transporte vespertino y las esculturas grisáceas de la arteria principal, escapan del sereno y aun así se condensan en la amplia plaza del hundimiento. Magos y gitanas habían visto en el lenguaje el poder de recuperar las cosas perdidas y sin perderlas de vista, hacer relucir las virtudes del antiquísimo óxido veraniego que destacaba para sí mismo. Erres y erres después nos encontramos en un presente en colores neutros y si el beige hablara nos contaría sobre su agobio. Las siglas, entrometidas, se asoman a las casas con puertas abiertas y admiran la uniquisidad de sus patios tilichados, se sienten tranquilas porque el desorden existe y aunque la luz rija a la siguiente era, la oscuridad tendrá su parte, será grande, bella y amada.
La bruja fue bruja hasta que se le convirtió en concepto de estorbo. El flemático fue flemático hasta que perturbó a la perturbación. Finalmente les persones nos volvimos tal cuando nos conflictuó el no serlo. Una vez conscientes del ser, la existencia y el control que las palabras nos daban sobre la realidad, volteamos a ver el camino que dejamos y preocupades por no dejar rastro, tomamos a la memoria y la llevamos a nuestra migratoria experiencia por el mundo. Como los grandes guerreros ópatas nos enfrentamos a nuestro destino antes de perdernos en la huidiza arena del olvido y nos aferramos al adobe recién cocido que constituye nuestro hogar.
Somos mediante el recuerdo de una madre amorosa que de loba a leona, melosa y protectora, de su vitamínico ser nos alimentó. En su espalda tlacuacha nos cargó. Sola. Fuerte. Mujer de nulo olvido. Cueva sagrada de vida. Como nuestro padre, errante y en círculos, volvemos a nuestra madre (recuento de los años) porque somos su conjunto, anhelo de futuro.
Si un fantasma recorre Europa, un ente de miramientos viaja por nuestra cabeza. Todas, todes y todos. Un dos de tres. Vuelo de la vírgula de la palabra hermosa del silencio necesario ante la mariposa novedad. La fecundidad de la idea. Mimos del alma calamidad. Estado contemplativo en movimiento. La verdad fue develada mientras mirábamos nuestros pies de piedra de hambre, comenzamos entonces la marcha grupal y nos encontramos con que íbamos disperses por la neblina que pronto nos hablaría sobre la noción que tuvo alguna vez sobre la luz.
Somos un suspiro que va de boca en boca y de amor toca a tan pequeño colibrí, azulado sonreímos. Agua fluyente, cuneiforme rosa. Repetitivos como el rosario del velado. Agua fluyente, cuneiforme rosa. Somos de ningún lugar. Agua fluyente, cuneiforme rosa. Pertenecemos a la impermanencia a la que nos apegamos y si el cambio cambia nosotros no lo vemos llegar. Hacia el frente no se ve la sombra. Ahora caminamos de lado para no olvidar al pasado, lo único que tenemos en nuestras manos se derrite ante la caliente mirada del espectador.
Tres siglas permanecen intactas, La Memoria Errante va.