Nubes, no las veo,
tampoco hay estrellas,
ni azulado o pardo,
en lo alto de todo,
solamente un oscuro.
Se agitan en blanco,
duermen sobre hastío,
sin contraste alguno,
solo grises apagados,
hasta el vómito del alba.
Se repiten atardeceres
fugaces sin resistencia
solo crean recuerdos
igual de incolores.
¿Quién decide esta saturación?
Desearía girar la perilla
y dotarle de algunos reflejos
luminosos con buen espíritu
que valgan la pena ser respirados.
Comments