Muchos de nosotros conocemos la película animada Anastasia, una adaptación de las famosas leyendas que surgieron de la joven duquesa que formaba parte de la dinastía Romanov. Anastasia fue la cuarta hija del zar Nicolás II. Nació en 1901, en Petersburgo, y creció junto con sus hermanas y padres en un ambiente monárquico. En una serie de eventos que resultaron desafortunados para esta dinastía, en 1917 se desató la Revolución Rusa. En ese momento Rusia se encontraba en una situación delicada: en el contexto internacional, la primera guerra mundial significó un desgaste importante para ellos, mientras que, a nivel local, la inestabilidad y el poco contacto de la monarquía con el pueblo significó un enorme malestar.
Los factores mencionados contribuyeron al descontento social y político, por lo que no fue sorpresivo que la revolución comenzara. En febrero de 1917 (de acuerdo con el calendario Juliano que se utilizaba en Rusia en ese entonces) estalló lo que se conoce como la Revolución de Febrero. En ella, las manifestaciones y protestas que se dieron en Petrogrado tuvieron como consecuencia la abdicación del Zar Nicolás II, y con ello, el final de lo que en otro momento de la historia fue una imponente dinastía en Rusia, los Romanov. Tras la abdicación del Zar, se conformó un gobierno provisional hasta octubre de 1917, cuando los bolcheviques, liderados por Vladimir Lenin, llevaron a cabo la Revolución de Octubre. Con ella, los bolcheviques establecieron un gobierno socialista.
Ahora bien, la abdicación del Zar implicó no sólo una destitución de sus funciones como gobernante a nivel político, el colapso de la monarquía los llevó al exilio y consecuentemente a su muerte y la de su familia. Ante el descontento por la inestabilidad política y económica, durante la Revolución Rusa una gran parte del pueblo ruso se había vuelto contra el Zar y su familia. Algunos querían que la familia fuera exiliada, otros que fueran juzgados por los crímenes que se les adjudicaba y otros que simplemente desapareciera para siempre, puesto que el que siguieran vivos terminaba siendo significativo al haber formado parte de una monarquía.
Fueron recluidos continuamente de un lugar a otro, inicialmente buscando su seguridad y bienestar. Una parte de su cautiverio parecía prometedora, sembrando la esperanza de que eventualmente podrían llegar a Inglaterra para refugiarse con el Rey Jorge V. Desafortunadamente para ellos, sus opciones se iban reduciendo. Así, llegaron a Ekaterimburgo, una ciudad ubicada en el centro de Rusia. En ella, aunque los Romanov entendían que estaban lejos de ser lo que en algún momento fueron y de gozar de los privilegios que tenían, no anticiparon el destino que les esperaba.
Al ser uno de los símbolos más significativos de la monarquía, la vida de los Romanov amenazaba las ideas de la revolución y resultaba inoportuna, por lo que se planeó su asesinato. Durante la noche del 16 de julio de 1918 se levantó a la familia de sus camas diciéndoles que los enfrentamientos entre revolucionarios y contrarrevolucionarios amenazaban la ciudad en la que se encontraban, por lo que se les pedía bajar al sótano por su propia seguridad. Estando ahí, parecía que la familia no sospechaba lo que acontecería. Después de que se les diera aviso de la declaración en la que se acordaba la muerte del Zar, se fusiló a la familia junto con los sirvientes que aún quedaban con ellos.
Las leyendas alrededor de Anastasia circulaban a partir de estos hechos. Los restos de la familia fueron enterrados en una fosa en la misma ciudad donde fueron asesinados, y debido a una confusión con la inspección de restos, se corría el rumor de que Anastasia había sido la única sobreviviente entre los miembros de la familia Romanov. Al respecto se escribieron relatos, investigaciones y adaptaciones cinematográficas, entre las que se encuentra la mencionada película animada, en la que se juega con la idea de que la duquesa había logrado sobrevivir. Estas leyendas se extendieron tanto que años después del asesinato hubo mujeres que aseguraban ser la duquesa y que decían haber sobrevivido a la muerte del Zar y su familia. La esperanza de que Anastasia siguiera con vida alimentaba estas leyendas y rumores que se volvieron tan famosos, parecía alentador imaginar que la joven chica perteneciente a lo que fue una importante dinastía estuviera viva, pero no fue así.
En años más recientes, se comprobó por medio de pruebas de ADN que Anastasia murió junto con toda su familia esa noche de 1918. El asesinato de los Romanov marcó el final de una larga dinastía, fue el trágico colapso de un imperio y el inicio de una nueva era. La leyenda de Anastasia perduró durante mucho tiempo y su historia ha influido mucho en la cultura popular, siendo el recordatorio constante de que la verdadera historia se desenvuelve con el tiempo, y que no está exenta de misterios. Casi un siglo fue necesario para que la verdad de su muerte se revelara, pero el legado perdura en la historia y la cultura.
Bibliografía
● Pipes, Richard, La revolución rusa, Barcelona: Pinguin Random House, 2016
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