Mencionar al Che Guevara brinda un cumulo de ideas sobre quien es él, o simplemente al ver su rostro es bastante sencillo saber de quién se trata. Por lo tanto, en un mundo donde pareciera imposible separar el nombre de la persona, una película del tipo road trip, como “Diarios de Motocicleta” del año 2004, del director brasileño Walter Salles, llega para demostrar que aun si no conocieras nada del Che puedes disfrutar del filme; tampoco es necesario ser su simpatizante para interesarse en ella. La película de ninguna manera se trata de un documental biográfico del personaje porque el escenario retratado antecede al Che Guevara conocido por todos.
La narrativa se centra el viaje de dos jóvenes argentinos, Ernesto Guevara de la Serna (Gael García), estudiante de medicina de 23 años, quien a punto de graduarse decide pausar sus estudios para emprender un viaje de 8000 km por Latinoamérica al lado de su amigo Alberto Granado (Rodrigo de la Serna), químico farmacéutico de 29 años. Ambos jóvenes a bordo de “La Poderosa”, una deteriorada motocicleta, abandonan su cotidianeidad para iniciar la aventura de un viaje de enorme magnitud, donde como ellos lo pintan, es un viaje lleno de improvisación y lo estarán documentando en sus diarios personales, de los cuales toma base la película.
Los dos amigos se despiden de sus seres queridos en Buenos Aires un 4 de Enero de 1952. Ahora los jóvenes están por su cuenta en su ruta de Argentina hacia Venezuela y cada día descubren que tal y como ellos lo plantearon, su viaje está lleno de improvisación; aunque la palabra más acertada podría ser también la adaptación ante una experiencia donde no hay estabilidad alguna, viéndose obligados a confiar en sus habilidades y astucia para ingeniárselas ante distintas circunstancias, como las inclemencias del tiempo, el hambre o ser tomados como el viajero forastero y no como “los doctores” que ellos pregonan ser.
Durante su recorrido descubren a otros viajeros, pero cada uno cuenta una historia distinta que contrasta enormemente con la realidad de los dos amigos. Hay quienes viajan por haber sido desplazados de su hogar a la fuerza, hay otros quienes lo hacen por trabajo o diversos motivos más.
Alberto y Ernesto descubren también que no solo por llamar a una puerta recibirán ayuda; otras veces en cambio, ellos representan una respuesta ante las inquietudes de las personas que deciden confiar en los jóvenes doctores. Además, pueden observar de cerca las múltiples situaciones coexistidas en Latinoamérica, desde la fuerte herencia y presencia indígena, los territorios donde las compañías trasnacionales hacen su voluntad, hasta disfrutar los hermosos paisajes andinos y de la Patagonia.
La travesía pone a prueba sus intereses, su amistad, su vida misma y les permite autodescubrirse. El viaje originalmente fue pensado para explorar Latinoamérica, la cual en sus palabras, solo conocían a través de los libros, y al mismo tiempo, el camino les permitió trazar un nuevo horizonte en sus ideales. Al final de su ruta y después de diversas modificaciones en sus planes, Ernesto y Alberto ya no son los mismos que salieron de Buenos Aires; han adquirido otra perspectiva y toman decisiones de cómo continuar ante ese nuevo panorama resultado de su aventura errante.
La historia ofrece momentos para reír y padecer junto a los personajes. Retrata el espíritu de los dos amigos con todo lo que implica ser joven, desde la inexpertis que permite ir aprendiendo del mundo, hasta el lado donde los escenarios vividos les permiten reafirmar, o en todo caso replantear, sus prioridades e ideales.
La narrativa es fácil de seguir, sin guiones complicados, más bien los momentos son concretos y simples pero llenos de significado en una América Latina festiva y alegre, pero con un lado lastimado que tal vez ya nos hemos acostumbrado a ver, y aun así cada que es retratado en algún medio es igual de impactante.
El filme cuenta con galardones como el premio BAFTA a “mejor película de habla no inglesa”, entre otros. Si bien la película no es reciente y probablemente algunos lectores ya la hayan visto, es tremendamente disfrutable cada vez que se mira. Si aún no le brindas una oportunidad, te garantizo te dejará un grato sabor de boca.
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