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Abigail Campos

El lado oculto de la juventud: los hikikomori

En Japón hay hasta un millón de personas conocidas como hikikomori: “solitarios que se retiran de todo contacto social y, a menudo, no abandonan sus casas en años”[1] hasta por décadas, refiera tanto a la misma condición como a quienes lo sufren: frecuentemente jóvenes de clase media, la mayoría hombres con edad promedia de 15 años; según algunos testimonios, es algo gradual para no causar vergüenza, por miedo y presión hasta la aislación total, con una gran mezcla de emociones, se sienten incapaces de encajar en la sociedad japonesa. Logran sobrevivir por los servicios a domicilio y el internet. Varían los síntomas: “para algunos, explosiones de violencia se alternan con comportamientos infantiles como patear a la madre. Otros pacientes pueden ser obsesivos, paranoicos y depresivos”[2]. Tener una explicación profunda es difícil, por ello Alan Teo, maestro de psiquiatría en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, aclara que es una condición fascinante por no tener una sola explicación, hay multiplicidad de factores.


El término se acuñó el psiquiatra japonés Tamaki Saito en su libro de 1998: Aislamiento social: una interminable adolescencia. Actualmente, “este concepto se define como una combinación de aislamiento físico y social al que se suma sufrimiento psicológico que puede durar de seis a más meses.”[3] Pero en los 90’s, cuando recién se había titulado, se sorprendió de la cantidad de padres que querían ayuda para sus hijos que habían abandonado los estudios, aislándose por meses, incluso años, “explica que los que sufren esto están paralizados por un profundo temor social”[4], se atormentan mentalmente, quieren vivir, pero no pueden.


Ya era conocido el aislamiento social cuando lo comenzó a investigar, pero los doctores lo trataban como parte de otros problemas, en lugar de verlo como “un patrón de comportamiento que requería un tratamiento especial”[5]. La condición, según estudios, se relaciona con desórdenes psiquiátricos o de desarrollo que varían de tipo y gravedad, también por estrés laboral o familias disfuncionales.


Lo que los lleva a aislarse puede ser por situaciones como notas bajas o decepciones amorosas, que pueden tornarse en algo más grave, y se mantienen por presiones sociales como la reputación hacia la comunidad, la necesidad de impresionar a otros; entre más es el aislamiento, se vuelven más conscientes de su caso social, pierden autoestima, confianza y el salir es más aterrador. Los padres conocen su estatus social y por ello esperaban para buscar ayuda profesional, aunque a ellos también puede afectarlos con depresión; la mitad de los hikikomori ejercen violencia contra sus padres, pero para las familias es muy difícil correrlos, los apoyan esperando respeto y que cumplan con tener un trabajo, aunque esas expectativas familiares también puede llevarlo al aislamiento por la frustración de fallar. Es difícil cumplir las expectativas de la sociedad japonesa, existe conflicto entre las tradiciones colectivistas y jerárquicas de Japón con la visión individualista y competitiva occidental por el estancamiento económico y globalización.


Desde que se hizo notar el problema, el número de pacientes creció: de principio se estimaban unos 200 000, en 2010 el gobierno japonés encontró que eran 700 000, aunque Saito considera que podría ser mayor el número de afectados porque, por definición, se esconden. También aumentó el promedio de edad, desde los 21 a los 31 años.


Se pensaba que era un fenómeno japonés, algo cultural, pero se ha extendido a nivel mundial. En 2005, en Corea del Sur, un análisis reveló que 33 000 adolescentes vivían socialmente aislados; en Hong Kong, en 2014, una encuesta calculó que serían el 1.9% de la población. Salido de Asia, ha pasado a Estados Unidos, Italia, Francia, India, entre otros, dónde coinciden los criterios clínicos. En Estados Unidos algunos que lo padecen se contactan con Teo. La psiquiatra española del Hospital del Mar, Ángeles Malagón Amor, junto con sus compañeros, encontraron a personas aisladas socialmente en tiempos prolongados, lo cual la llevó a la literatura japonesa sobre el tema; se encontró con 190 casos de 2008-2014, según datos recientes, pero la doctora considera que es la punta del iceberg, además de notar la poca atención médica para el problema.


Un tema controversial, aunque habitual y parte del debate de investigación sobre salud mental, es la relación con la tecnología moderna (internet, redes sociales y videojuegos) con ese aislamiento, no se ha establecido un potencial vínculo entre ambos. En Corea del Sur, el psiquiatra e investigador de la Universidad Católica de Daegu, TaeYoung Choi, “no cree que la tecnología cause necesariamente el aislamiento, pero dice que puede profundizarlo.”[6] Por otro lado, la doctora Malagón considera que la adicción al internet puede acentuar el problema en jóvenes ya aislados socialmente.


Para el profesor en psiquiatría en la Universidad de Kyushu, Takahiro Kato, es sutil el efecto de la tecnología, los celulares y redes sociales han hecho más común el contacto indirecto que en persona. Pero para Teo no hay suficiente información, puede que las interacciones en línea se vean como una problema, pero no se debe demonizar la tecnología, pues el internet no causa problemas mentales directamente, son vehículos de comunicación que pueden usarse de muchas formas; además da un enlace a los aislados. La interconexión entre ambos mundos puede provocar que los hikikomori salgan, como el juego Pokémon Go, el cual puede ser de ayuda en centros para ellos.


Un estudiante de doctorado en la Universidad de Medicina de Keio de Tokio, especializado en psicología positiva, Shinichiro Matsuguma, creó un centro para rehabilitarlos centrándose en sus fortalezas y así mejorar su autoestima; explica que desarrollan fortalezas mediante los videojuegos, pero está de acuerdo en que son insustituibles el contacto social directo y terapias intensivas. Malagón hizo un estudio de 12 meses con hikikomoris de Barcelona, donde comprobó que reaccionan mejor con las terapias intensivas (en casa o en hospitales). Cree que el aislamiento social podría derivar de condiciones como depresión o el trastorno de estrés postraumático.


Aparte, existe el centro Yokayoka, un lugar de apoyo en Fukuoka para los hikikomori con sesiones de apoyo en donde cada uno describe la presión que ha tenido en sus vidas, entendiendo que la presión social y laboral pueden desencadenar el aislamiento social.


La rabia es una forma común de reaccionar por parte de los familiares, sermoneando al hijo, haciéndolo sentir culpable por traer vergüenza a la familia. El riesgo es que la comunicación se rompa definitivamente, pero hay algunos que se van al extremo como pagar a una empresa, que operaba en Nagoya, para que entraran a la habitación de los menores, darles una reprimenda y forzarlos a salir. Aunque se ha comprobado que intervenciones repentinas pueden ser desastrosas, pues el paciente puede volverse violento con los padres o los consejeros; son buenas las visitas profesionales, pero con un informe del paciente y que lo sepa de antemano. No hacer nada tampoco ayuda, se necesita apoyo: reiniciar la comunicación de padres e hijos.


Hay ONG’s que dan formaciones a los que puedan salir de sus cuartos por unas horas para reintegrarse, algunos se retiran, otros se integran a empresas asociadas. Incluso hay una revista para ellos por personas que han tenido un periodo de encierro: Hikipos, la leen los ermitaños y los padres que quieren entenderlos, los creadores quieren cambiar la imagen que se tiene de ellos: que son protegidos o perezosos, también darle un cambio a la sociedad obsesionada con la productividad e intentar reformarla.


Teo espera que las investigaciones sobre el fenómeno “permitan comprender la importancia de las conexiones sociales para nuestra salud física y mental”[7]. Al hablar con pacientes es evidente el gran impacto negativo del aislamiento social para el individuo y su círculo social. Con los hikikomori se ha comenzado a analizar los problemas de soledad por cuestiones de salud, cuando antes no se les había dado tanta atención en el campo de la medicina a los problemas de conexión social. Algo tan trascendental para un humano, que se da por hecho y se considera extraño cuando no se tiene, llevando a un aislamiento que en determinadas circunstancias puede ser extremo. Las reglas sociales empujan a la sociedad viéndolo mal, cuando en realidad quienes están mal son esas mismas normas que, en vez de armonizar, destruyen a las personas por las que se suponía debían velar.



Bibliografía

Kremer, William y Claudia Hammond, “ “Hikikomori”: por qué tantos japoneses no quieren salir de sus cuartos”, BBC News, (2013), https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130705_salud_japon_hikikomori_aislamiento_social_gtg

“Los hikikomori, japoneses que decidieron no volver a salir de sus casas”, FRANCE 24 Español, (2019), Consultado https://youtu.be/arkyKTKkFPU


Notas [1] Gent, Edd, “?Qué son los “hikikomori”, los cientos de Miles de jóvenes que viven sin salir de sus cuartos”, BBC News, (2019), https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-47212332#:~:text=El%20t%C3%A9rmino%20hikikomori%20se%20refiere,interminable%20adolescencia%22%20(1998).&text=El%20%22hikikomori%22%20puede%20describirse%20como,adolescencia%20que%20no%20tiene%20fin. [2] Kremer, William y Claudia Hammond, “ “Hikikomori”: por qué tantos japoneses no quieren salir de sus cuartos”, BBC News, (2013), https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130705_salud_japon_hikikomori_aislamiento_social_gtg [3] Op. cit. Edd Gent [4] Op. cit. William Kremer [5] Ibídem [6] Op. cit. Edd Gent [7] Ibídem

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