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Foto del escritorJaqueline González

El Sabor de mis Memorias

Siempre he pensado que nuestra preferencia respecto a la comida refleja una parte importante de nuestra historia y de la personalidad misma, ¿consideras que tienes buen apetito?, ¿te gustan todos los sabores?, o ¿posees un paladar más selectivo?, pero, sobre todo, ¿qué alimentos te hacen agua la boca con tan solo pensar en ellos?


Existe una infinidad de sabores que van desde lo dulce, salado, amargo, ácido y muchos más, pero, ¿por qué consideras a tu comida favorita como la mejor de entre otros platillos? Esta ocasión quiero compartirte mis platos favoritos, debo agregar que pasé un rato definiendo cuáles serían los más especiales; me gusta creer que mi paladar es curioso cuando de probar sabores se trata y sabe apreciar la comida en general, desde un rico taco de guisado, un antojo callejero o algún sabor fuera de lo común proveniente de la comida japonesa.


Pero reconozco que hay platillos que guardo en mi memoria con cariño y alegría, no solo por su exquisito sabor a mi gusto, también por la carga emocional que me evoca el recordar los momentos en los que eran servidos, entre risas, conversaciones y juegos de la infancia típicos de las reuniones familiares, o recordar la preparación que con esmero llevaban a cabo mis tías y abuelas, quienes tomaban los alimentos en un estado puro y los convertían en toda una experiencia de sabores que nos encantaba degustar, porque además poseen una sazón inigualable que distingue sus platillos y que las nuevas generaciones muy a mi pesar, no tenemos de forma tal.


Uno de los platillos que ocupa una mención honorifica en mis gustos, es la paella, ese platillo español que llegó a este lado del mundo y que probablemente lo adaptamos a nuestro gusto mexicano, pero continuando con elementos tan característicos como el arroz con azafrán, camarones, almejas, carne de cerdo y bastantes ingredientes más. De ahí que su precio sea elevado y por ello las ocasiones que se sirve como platillo estrella en las reuniones familiares son especiales, tal vez por ello quedó registrado en mi memoria, pues sabía que lo celebrado en esas ocasiones era realmente especial. Sobra mencionar su sabor delicioso resultado de la mezcla de todos sus ingredientes. Solo con pensar en que comer paella me hace sentir feliz.



Pero no solamente los platillos elaborados con bastantes ingredientes son los que considero memorables, de hecho, los guisos de mi bisabuela ocupan el primer lugar en mi mente y corazón. Debo admitir que cuando recordamos a la bisabuela en alguna conversación, además de su personalidad tan distintiva; un aspecto que siempre se menciona es su sazón inconfundible. ¡Qué afortunados nos sentimos quienes tuvimos la oportunidad de probar sus guisos! Ella preparaba auténticas delicias con lo que tuviera a la mano, así tuviera solo dos o tres ingredientes.


Algo que todos disfrutábamos era observar cómo llegaban los ingredientes a la mesa, muchos eran provenientes de su huerto personal, y a los que éramos más pequeños nos gustaba acompañarla a cortar frutas de los árboles de su patio, o ver cómo cosechaba verduras o recolectaba huevos en el gallinero. Y ya con esos ingredientes frescos ella ponía manos a la obra; no podría mencionar todos sus platillos, desde sopes, pozole, quesadillas, huevos rancheros, mole rojo, incluso café de olla, recordarlo servido en un jarro de barro, desprendiendo un aroma atrapante que era garantía de su sabor, y el mejor acompañante para tan exquisita bebida era un pan dulce de las pequeñas panaderías del pueblo, donde el pan se realiza de manera artesanal. Muchas personas hemos intentado replicar el sabor de ese café, pero hasta ahora nadie lo ha logrado. Siempre decimos en modo de broma que ella partió de este mundo sin dejarnos el secreto de tan buena sazón para que nunca dejemos de hablar de ella y jamás la olvidemos.


Por último, quiero hacer mención de los postres, pues en el fondo aún soy esa niña que se emocionaba con la idea de comer cualquier delicia dulce, desde cheescake, helado, flan, pastel o uno de mis grandes favoritos, el tiramisú, ese postre italiano que a tanta gente ha conquistado. Ahora que lo pienso, en su preparación lleva ingredientes que provienen de lugares ajenos a Europa, tales como cocoa o café, ¿el mundo sería el mismo sin ese intercambio gastronómico entre países? Si algo puedo asegurar es que los platillos típicos de cada país serían muy distintos de no haberse dado un intercambio de especias, cereales, semillas, frutos y demás alimentos entre las distintas regiones del mundo.



Volviendo al tema de los postres, cada vez que quiero premiarme a mí misma o tener un momento que considero como feliz, mis pensamientos se dirigen a los postres. El hecho de aprender a prepararlos me emociona, aunque aún debo dominar muchas técnicas o saber diferenciar cuál ingrediente es mejor, pero seguiré experimentado y aprendiendo la preparación de distintos platillos, ya sea de la gastronomía nacional o de otros países, y a través de ellos, compartir un poco de los sabores que me han trasmitido, después de todo, la hora de la comida se disfruta más en compañía, ¿no crees?

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