Al sureste, sobre los verdes campos cubiertos de luciérnagas
sólo quedan agrios recuerdos del genocidio de los rojos
cuerpos mutilados y olvidados en los campos minados,
bajo tormentas mentales dejaron heridas que nunca sanarán
terroríficos recuerdos de estallidos y trozos de carne en el aire,
intensos destellos de las bombas de los aviadores militares,
entre la sombra y la luz tristes ojos que te han mirado,
inhumanos rojos que a esta tierra masacraron
inquebrantables refugiados en la obscuridad dicen rezos y plegarias,
desolados resisten, pero en el alma llevan profundas cicatrices,
en los fríos campos no queda gloria después de la guerra
atroces rojos, usaron armas para disparar sin remordimientos,
qué vale la vida si asesinas con tanto desprecio a tus hermanos.
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