Dedicatoria: Para Tere, no pasa un solo día en el que no me acuerde de ti. Descanza tranquila, se que con tu partida me he ganado un ángel guardián.
Partiste aquella noche de enero
junto a tus sonrisas y canciones
te fuiste sin mirar atrás
dispuesta a brillar junto a la luna
a jugar con las estrellas
y a resplandecer como el sol.
Me pediste que fuera fuerte
que no callara mi risa
ni que apagara mi sonrisa
me pediste que te buscara en la luna
y que viviera contigo solo en mi memoria.
Guardo nuestros recuerdos en un cajón
cada noche lo abro lo suficiente para echar una mirada
lo suficiente como para dejar salir un recuerdo,
una risa fugaz
o aquel último te quiero.
También guardo junto a ellos
una caja de curitas
esperando que ellas puedan unir
los pedazos de lo que alguna vez
fue un corazón entero.
Todas las noches cierro mis ojos
con tu foto acurrucada contra el pecho
buscando encontrar en mis sueños el consuelo de tus brazos
refugiando entre mis lágrimas, el dolor de tu mirada
y sueño con aquel último día contigo en mi vida.
Sé que es inútil pedirte que te quedes
y es inevitable que tu voz se desvanezca de mi memoria. Que lo único que me [queda de ti, es aquella placa grabada sobre el suelo. Reemplazaste el dolor físico por alegría y paz eterna.]
Te convertiste en mi recuerdo favorito
y en mi sueño más anhelado.
Me pediste que fuera fuerte
y que jamás apagara mi sonrisa
o callara mi risa,
me prometiste que la vida mejoraría
y que siguiera adelante.
Me pediste no llorar, pero ¿cómo no hacerlo?
si te perdí aquella noche de enero.
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