29 de julio de 1890, Auvers-sur-Oise, Francia. Son estos los datos que marcan el fin de la vida del pintor de Arlés, quien en tan solo dos años y seis meses antes se dedicó a crear alrededor de quinientas obras, de las cuales setenta y nueve de ellas fueron firmadas en sus últimos dos meses de vida, aunque cada una creaciones es merecedora de un texto, la obra de la que hablaremos el día de hoy es aquella que fue terminada tres días antes de su muerte.
El lienzo de Trigal con cuervos de Van Gogh es hasta la fecha es uno de los cuadros más enigmáticos del pintor, si bien sigue la paleta de colores clásica del autor como lo es el uso de azul, amarillo y verdes tan vibrantes como acostumbra, la pincelada con la que traza estos pigmentos comienza a ser suelta y mucho más brusca que en cuadros anteriores resultando casi en brochazos en la tela pareciendo casi descuidadas, despertando en el espectador la sensación de tormento, muy a diferencia de La noche estrellada, donde a diferencia las pinceladas son más delicadas y retraidas que en el cielo representado sobre los trigales pertenecientes a localidad de Auvers.
Los cuervos repartidos y elevándose en vuelo sobre este cielo pudieron haber sido un presagio de lo que se avecinaba en la atormentada cabeza de Van Gogh, pues sería precisamente un trigal el elegido por el autor para llevar a cabo su probable suicidio. Parece ser que la necesidad de relatar con una imagen su inmensa e incontrolable locura que le llevaba a crear obras llenas de vida la que se encontraba acabando con él de manera corpórea.
Es con esto en mente que la luz del cuadro la cual emerge de un cielo oscuro casi en su totalidad, cambia completamente de significado, ya no es una iluminación solo porque sí, sino que nos remite comparar los caminos que traza en la obra, siendo que el punto de vista del espectador tiene frente a él una bifurcación invitándolo a tomar una decisión al mismo tiempo que el autor, un camino alumbrado por el destello de la Luna u otro que conduce a una penumbra incierta.
Lo interesante de estos senderos, es que tal vez nunca sabremos qué significaba cada vía para nuestro impresionista, siendo la única pista una carta que dejó en su lecho de muerte conteniendo la frase “Yo arriesgué mi vida por mi obra y mi razón destruida a medias”. Siendo lamentable que en vida solamente logró vender uno de sus cuadros y su obra fue reconocida y valorada por la Historia del Arte un año después de su muerte para inmortalizarse como uno de los grandes genios de la pintura moderna.
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