Reflexiones históricas de resistencia social y desconfianza del poder hegemónico
Introducción
La historia social nos ha ofrecido una perspectiva de los movimientos colectivos desde un planteamiento teórico marxista[1] en coincidencia con otras disciplinas que también han considerado a las poblaciones en eterno conflicto, merced de la disputa de la lucha de clases. En el caso de México no era extraño que el tema se viniera estudiando en los términos de la Insurgencia[2] mexicana como movimiento violento y agrario, es decir, con múltiples matices. Generalmente el término revolución concierne a cambios estructurales, pero ¿realmente transformó las estructuras dominantes contra las que luchaba? Este tipo de cuestionamientos surgen a partir de las reflexiones que toman como base el estudio historiográfico con perspectiva social y la gama es tan amplia que se ha podido generar un espacio de interdisciplinariedad que es ampliamente reconocido y necesario en las ciencias sociales. Por lo mismo, no es de extrañar que encontremos una base conceptual que se retroalimenta y expande según las necesidades de los investigadores. No es de extrañar encontrar teorías de la sociología, antropología, economía, política, filosofía, género, etc. De hecho, la riqueza de este tipo de corriente historiográfica es la de reconocer la inserción de otros marcos teóricos por el reto que implica escudriñar las fuentes por las que se podría hacer una reconstrucción e interpretación de las voces de aquellos que resisten: los marginados, proscritos, olvidados, los que son llamados vagos, esclavos, los dominados, etc.
El punto en común que tienen todos estos grupos es el de luchar desde distintas trincheras para mantener su autonomía, su derecho a la vida, su cultura, su existir más allá de la mera supervivencia. La vigencia de este tipo de estudios se seguirá manteniendo en tanto se sigan generando condiciones de desigualdad y sometimiento entre los grupos hegemónicos hacia quienes buscan doblegar. Por lo que las consecuencias derivadas del análisis de este tipo de pugnas han sido en su mayoría pesimistas, pero ¿por qué no darle un uso más pragmático al análisis de la historia social para disminuir esas brechas? La finalidad de esta reflexión es la de exteriorizar el análisis historiográfico sobre la vigencia y trascendencia que tienen los estudios que toman en cuenta a los grupos oprimidos y así invitar a los lectores a discurrir su presente por medio de un breve vistazo al pasado. Para llevar a cabo tal tarea me parece que el libro de la Dra. Romana Falcón, al que estoy a punto de adentrarme, hace la invitación a seguir difundiendo las discordancias colectivas de tal forma que las letras no se queden inertes y mucho menos sean inocuas a las élites despóticas.
Romana Falcón y los retos historiográficos de la historia social
Para entender los alcances de la historia social, me parece provechoso analizar el libro de Romana Falcón: Culturas de pobreza y resistencia. Estudios de marginados, proscritos y descontentos. México, 1804-1910.[3] Pero, antes de adelantarme a hablar sobre la obra, sería más conveniente contextualizar sobre la autora para poder dimensionar los motivos e intencionalidad detrás de esa publicación.
Sin embargo, hacerle completa justicia a su trayectoria sería muy complicado porque su producción académica ha sido muy fructífera en un amplio recorrido desde que inició sus estudios de Licenciatura en Sociología en la UNAM[4], en los años de 1970 a 1973, presentando la Tesis: “La participación campesina y el cambio político en México. La influencia de los grupos agraristas en la postulación de la candidatura de Lázaro Cárdenas. 1928-1934”. Por tanto, aquí se presentará una breve semblanza con la información más relevante para el análisis historiográfico. Cuenta con estudios de maestría en Ciencia Política[5] que cursó en el Centro de Estudios Internacionales, en los años de 1973 al 75 con la Tesis: “Revolución y concentración del poder. La destrucción de los movimientos sociales independientes en México. El caso de Veracruz (1928-1935)”. Por último, y no menos importante, cursó los estudios de doctorado en Ciencia Política[6] en el St. Antony 's College de la Universidad de Oxford.
Ha publicado diversos libros de investigación que siguen la corriente de la historia social y económica, historia social y del poder, así como las relaciones de dominio en los movimientos de resistencia en México –principalmente en los siglos XIX y XX. Sobre las problemáticas de correlación de poder ha dicho lo siguiente:
“En México, país desgarrado por la violencia, la inseguridad y la pobreza son muy pocas las rendijas que nos permiten entrever un futuro mejor. En otros momentos críticos de nuestro pasado, mucho de la estructura que nos permitió reconstruirnos estuvo, precisamente, en la fortaleza de sus habitantes humildes que supieron preservar parte de sus valores y su cultura para irlos actualizando ante las coyunturas a enfrentar. De ahí la importancia de salvar las distancias en este encuentro entre Rarámuri de Chihuahua y Ayuuk de Oaxaca, dos de nuestros pueblos originarios que, a pesar de haber sido desplazados de la identidad colectiva y de la historia con que los mexicanos nos conocemos a nosotros mismos, han sabido resistir durante siglos. Mucho tendrá que decirnos –a ellos y a todos nosotros– este cruce de caminos, este espejo en el que, ojalá, todos nos podamos mirar”.[7]
En un ámbito más personal, no hay que olvidar el impacto que las relaciones sociales tienen en el desarrollo profesional, es esposa[8] del académico Lorenzo Meyer con quien ha participado en el libro: Historia de México[9]. Afortunadamente hoy en día es muy fácil consultar su currículo completo en línea.[10] Para no seguir agotando páginas en su extenso trayecto académico procedamos a entrar a la obra que corresponde a este análisis historiográfico.
La génesis de la obra se gesta en el seno del seminario del doctorado en historia que impartía en el Colegio de México por allá del 2001[11]. Los estudios abarcan los años de 1804 a 1910 por lo que hay una distancia de 106 años que se dividen entre los distintos artículos. Si tomamos como referencia el año de 1804 hasta la primera edición que fue publicada en el 2005, hay una distancia de 201 años. Del 2001 a su publicación en el 2005 hay un período de 4 años por lo que su preparación fue muy rápida. Afortunadamente es muy explícita en sus intenciones y motivaciones, las cuales extiende a sus alumnos de doctorado para que se enfrente al reto que todo historiador enfrente en la investigación interdisciplinaria y nos dice al respecto:
“Debe hacerse hincapié en que el objetivo de este seminario no era unidireccional en el sentido de simplemente empaparse de las variadas discusiones teóricas y metodológicas pertinentes a la historia social del poder. La obra se inscribe dentro de las problemáticas metodológicas y conceptuales de investigación dentro del campo de la historia social del poder. El propósito era otro establecer un diálogo, crear puentes entre concepciones y documentos de primera mano que permitieran ir y venir de la teoría al dato y viceversa. Se intentó organizar el material original con precisión y rigor, pero de igual forma, matizar conceptos e ideas y reflexionar bajo qué circunstancias es pertinente su uso en nuestros intentos para conocer y entender lo que ya pasó.”[12]
Por lo anterior es que el destinatario principal sería aquel estudiante de Ciencias Sociales que tenga un interés sobre la utilidad de los conceptos que emplea la historia social para determinar un diálogo interdisciplinario con otras ramas de las ciencias sociales y fortalecer las temáticas de: negociación del poder, resistencia, subalternidad, paternalismo, modernidad, otredad, etnicidad, colonización interna, justicia e injusticia, etc. Al problematizar el estudio de las fuentes que muestran a la sociedad de arriba hacia abajo. Sin olvidar al motor de la historia que ha empujado al siglo XX y XXI: las disputas entre las clases sociales. Por lo que el sujeto de la historia contempla a: los marginados, proscritos, descontentos, vagos, mendigos y populacho. Porque al hacer una reflexión de las relaciones de poder entre grupos hegemónicos y oprimidos se establecen conceptos que permiten ahondar en las ideas de resistencia y de cambio. Y al evaluar los valores de las elites y dar cuenta del cómo es que legitiman sus acciones es que se pueden revisar las consecuencias sociales de la formación de las naciones, especialmente las latinoamericanas.
Por eso es de suma importancia la aplicación de conceptos y marco teórico de la historia social de autores como James C. Scott, Barrington Moore, E. P. Thompson, Ranajit Guha; economía moral; avance en el control y dominio del Estado a los grupos marginados, relaciones mercantiles de subordinación entre lo urbano y lo rural, apropiación de recursos naturales, modificación de patrones de propiedad agraria en beneficio de las elites. No desde el punto político de las facciones sino de buscar las razones que hay detrás de las rebeliones
Mostrar la sociedad de arriba hacia abajo
Entre el dialogo de las teorías, las historias que nos presenta el libro y los archivos que tuvieron que ser revisados para llevar a cabo la investigación. Todos los investigadores reconocieron la necesidad sobre dedicar gran parte de su atención a los requerimientos que se enfrentan al momento de discernir las fuentes. Porque si había casos documentados sobre los marginados entonces iba a imperar el sesgo de quienes los oprimían: los grupos políticos y empresarios. Aun así, decidieron echar mano de los archivos municipales y estatales[13] como: el archivo Histórico del entonces Distrito Federal, el de Ciudad Juárez, el Archivo General del Estado de México, el municipal de Huixquilucan, el archivo histórico del estado de Querétaro, el Archivo General del Estado de Yucatán, entre otros. Pero más allá de poder tener acceso a los papeles el gran reto implicaba la adecuada reconstrucción, selección y disposición que tuvieran al momento de exteriorizar el sentir[14] de los proscritos. La complicación se vuelve evidente en cuanto se presupone una distinción desde arriba[15] hacia la economía moral[16] que se impone al populacho y como éstos resisten a través de distintas prácticas, algunas nos podrían parecer obvias como acudir a la vía legal para tratar de paliar alguna injusticia y otras son expresiones culturales tan cotidianas que se pueden pasar por alto; pero, eso no quita que dejen de ser prácticas de rebelión como el acto de emborracharse.
Me parece que en la revisión sociocultural de los actos que realizan los grupos subalternos es que la historia social destaca en demasía y es que quién hubiera pensado que consecuencia de la modernización porfiriana[17] el consumo de alcohol se intensificaría como resultado de la exacerbación moral del gobierno al querer controlar a las masas en la forma en que debían comportarse.
La dimensión recreativa de las sociedades es algo tan normal que hasta que no nos afecta directamente no solemos prestar mucha atención. Si quisiéramos llevar esa discusión a nuestro presente, la estigmatización que se ha generado en torno a la legalización de la marihuana en México ha llevado a un intenso debate sobre los posibles efectos benéficos que tendría el legislar su comercialización para evitar los riesgos de un mercado negro y la violencia del narcotráfico.
Sin embargo, la eterna negociación entre gobernantes y gobernados no se limita al espacio lúdico. El texto también nos ofrece perspectivas de resistencia que nos llevan a dimensionar la lucha por la conservación y ampliación de derechos a partir de los cambios legislativos en el México del siglo XIX y que incluyen diversas condenaciones morales, económicas, políticas, como: qué es lo honesto y lo deshonesto en las prácticas cotidianas, las costumbres del lenguaje, la moda, el aspecto físico, la definición de lo que es un vago, la ruptura del pacto social, el impacto de la modernización en la relación de los grupos indígenas con la naturaleza, las crisis económicas desencadenadas del acaparamiento de los recursos, etc.
Conclusiones
Habiendo expuesto desde donde es que se escribió el libro que coordinó y que cuenta con las numerosas reflexiones de sus alumnos me parece que lo atractivo de su lectura resulta en el hecho de que se generan más preguntas de las que se podrían responder, es inevitable volver al punto de partida: ¿por qué se rebela la gente? Porque el intercambio dialéctico entre marginados y grupos hegemónicos no es tan simple como mandar y obedecer, e incluso si se pudiera señalar que los grupos socialmente reprimidos pueden tener puntos de encuentro con el poder en turno en el que lleguen a aceptar ciertas imposiciones, no podemos minimizar sus actos de resistencia y negociación dentro de un marco teórico en el que la lucha de clases desemboca en relaciones de dominación sumamente desiguales. Y aunque hay académicos que consideran que las prácticas culturales o lúdicas son difícilmente[18] consideradas como movimientos de sublevación o rebeldía, simplemente hay que voltear a ver estudios como los de género[19], de familia, de mujeres en los que las costumbres desempeñan un rol importantísimo para la historiografía y que han ganado su autonomía gracias a que se han tomado con seriedad.
No interesan los conflictos diplomáticos en sí, sino las causas en relación con las formas en que resisten. Por lo que el trabajo de la Dra. Falcón ha destacado porque emplea a la historia social no sólo como una plataforma académico-divulgativa, sino que se percibe como un manual de aprendizaje en el gran abanico de las Ciencias Sociales y que se fundamenta de distintos conceptos que se fortalecen del trabajo interdisciplinario. Además, los textos de sus alumnos siguen la misma línea de investigación que es la correspondiente a movimientos sociales a partir de que la sociedad está en eterna negociación sobre la percepción que los de arriba tienen sobre el cómo se deberían comportar, vivir y subsumirse a las reglas que imponen y que muchas veces no toman en cuenta su sentir.
Referencias:
- Ávila Espinosa, Felipe Arturo (res.). 2005. Reseña. Estudios de historia moderna y contemporánea de México, Nº. 30: 228-238.
- Falcón, Romana (coord.). Culturas de pobreza y resistencia. Estudios de marginados, proscritos y descontentos. México, 1804-1910. México: El Colegio de México, Universidad Autónoma de Querétaro.
- ____________________. Ver Currículum Vitae, Docplayer, https://docplayer.es/21031469-Curriculum-vitae-romana-falcon.html?fbclid=IwAR2LaH8kDE0jfnPf7-ww21wk5eaSKOj6gjOZUNboQbTRR49PFbL5-sFwkbA (consultada el 04 de diciembre de 2021).
- ____________________. Ver Semblanza, Centro de Estudios Históricos, https://ceh.colmex.mx/personal-academico/falcon-romana/semblanza?fbclid=IwAR00qJL5ACYbrHC96XjnbEQngktK-CgtYLgB4Lx35AHmvwuVtBW2zUD6iiQ (consultada el 04 de diciembre de 2021).
- Hobsbawm, Eric J. 1983. Marxismo e historia social. México: Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla.
- Krauze, Enrique. 2011. Los dos Meyer, Letras Libres, (diciembre), https://letraslibres.com/revista-espana/los-dos-meyer/ (consultada el 04 de diciembre de 2021).
- Lau Jaiven, Ana. 1998. La historia de las mujeres: una historia social o una historia de género. En: Cincuenta años de investigación histórica en México, Gisela von Wobeser (coord.), 159-169. México: UNAM, IIH, Universidad de Guanajuato.
- Palmer Thompson, Edward. 1995. La economía moral revisada. En: Costumbres en común, 294-394. Barcelona: Crítica, Grijalbo Mondadori.
- Tutino, John. 2014. De Hidalgo a Apatzingan: Insurgencia popular y proyectos políticos en la Nueva España revolucionaria, 1811-1814. En La insurgencia mexicana y la Constitución de Apatzingán 1808-1824. Coords. Ana carolina Ibarra, Marco Antonio Landavazo, Juan Ortiz Escamilla, José Antonio Serrano, Marta Terán, 49-78. México: UNAM, IIH, Oficina del Abogado General.
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