Pecan las ballenas
con parecérsenos,
enmascarándose humanas
cuando cazan arenques:
con sus gargantas de trombón y bombo,
entre ellas, dialogan
para acorralarlos y engullirlos,
provocando masacres que emulan
a las del Peloponeso
–por lo mañoso de maquinaciones
sepultureras
tanto de peces como de espartanos.
Las del sur
han ritualizado prolongar
tiros de gracia
para inculcarles saña
a sus pequeñas:
en la ludoteca de la Patagonia,
se aprende a pensar
malabareando
focas agónicas.
Nada más nuestro
que avecinarle lo homicida a lo encefálico,
que trazar, dendrita a dendrita, rutas hacia destripar.
Quizá de eso traten sus cantos,
y esas misteriosas voces,
que repican como desde campanarios hundidos
–graves, ominosas–,
no sean más que recuentos
epopéyicos o sanguinarios
de rapsodas abismales.
Eduardo Paredes Ocampo (México, 1989). Estudió letras en la UNAM y un doctorado de literatura en la Universidad de Oxford. Ha publicado poemas, ensayos y cuentos en diversas revistas nacionales e internacionales, en español e inglés.
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